El director de recursos humanos de la mayor panadería de Jerusalén tiene problemas. Se ha separado de su esposa, se ha distanciado de su hija y está atrapado en un trabajo que odia.
Cuando una empleada extranjera de la panadería muere en un atentado suicida, un diario local acusa a la empresa de falta de humanidad e indiferencia. Se descubre que nadie en la panadería se había dado cuenta de la ausencia de la mujer. La dueña de la panadería manda al director de recursos humanos a una misión para enderezar la imagen de la empresa.
Así empieza un largo periplo desde las místicas calles de Jerusalén como punto de partida hasta las heladas carreteras de Rumanía en busca del pueblo de Yulia, una mujer a la que no conocía, pero a la que empieza a admirar.
Encabezando un extraño grupo compuesto por el rebelde hijo de la fallecida, un periodista latoso que “cubre” el viaje, una cónsul muy peculiar, un viejo conductor y un ataúd, redescubre algo de la humanidad que había perdido y el gusto por los “recursos humanos”.
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